//Apuntes Económicos acerca del mérito.

Apuntes Económicos acerca del mérito.

 Piezas sueltas combinadas compulsivamente por esa fuerza que me impone el ejercicio constante de dar forma a cierta inevitable libertad de pensamiento

MERITO

1. m. Acción o conducta que hace a una persona digna de premio o alabanza. 

2. m. Derecho a reconocimiento, alabanza, etc., debido a las acciones o cualidades de unapersona

Los treinta años que componen las dos últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX constituyen en nuestro país un período singular por muchas razones. Una de las más peculiares y, curiosamente, no suficientemente ponderada, es la excepcional asimilación en muy pocos años de un flujo inmigratorio cuantitativamente desproporcionado en relación con la población nativa. Sin perjuicio de la significación que el fenómeno alcanza para entender muchas claves de nuestra historia, ese proceso, cuya magnitud no registra tal vez paralelo en el devenir histórico de otros pueblos, nos provee una figura muy apropiada para introducir el tema que nos ocupa.

Me refiero a la popular expresión “m´hijo el dotor”,que formateó los ideales de una amplia franja social argentina a partir de ese período, y fue un atributo ideológico importante en la emergencia de un modelo de país. Se trataba mayoritariamente de la primera o segunda generación de inmigrantes europeos que veían en la universidad, pública y gratuita, el instrumento para que sus hijos pudieran escapar del estigma de la pobreza que los había marcado. La opción más atractiva observable en el ecosistema social de personas económicamente exitosas de la época, estaba dada por los “doctores”, en especial, abogados y médicos. Emergía de tal forma una herramienta de ascenso social y económico para quienes sólo contaban con su voluntad de superación.

Pocas imágenes expresan tan nítida y frugalmente la idea que simboliza la movilidad social como esa representación aspiracional. La consagración de ese anhelo contiene el esfuerzo y el merecimiento que encarnan al mérito.

Un esquema montado en el incentivo como mecanismo para modelar una conducta apropiada, resulta efectivo cuando tales estímulos están alineados con el propósito perseguido. El capitalismo, en tanto modelo de organización de la economía, prospera en un medio social articulado alrededor de ciertos valores, tales como la competencia interpersonal y el esfuerzo individual. Esa fue la aspiración que expresa «m´hijo el dotor”, el símbolo de una época que exaltaba el progreso individual.

Esa “excepcionalidad argentina”, que significó la meteórica transformación de un extendido desierto en una moderna urbanización –“de la carreta al subterráneo”- constituye una plataforma oportuna para indagar acerca de las complejas interrelaciones sobre las que intentamos reflexionar.

Podría arriesgarse alguna conjetura a partir de esa correlación (no confundir con causalidad) entre la exaltación social del mérito y el progreso económico de una economía capitalista ? 

En algunas sociedades encontramos protocolos verificables estructurados en base al mérito -por ejemplo en el ciclo de la educación formal-, cuya observación estricta augura con bastante certeza la concreción del ascenso económico social en el plano individual. La contracara, sin embargo, se observa en el incremento del conflicto social al que asistimos en sociedades que enfrentan el desencanto frente a la caducidad de ese paradigma.

El caso argentino, por cierto, en línea con nuestra proverbial desmesura, muestra la paradoja de un país que alcanzó el cenit de su performance económica relativa en el momento de apogeo de la adhesión al paradigma, pero no supo consolidar un consenso social sustentable alrededor del mismo, exhibiendo una secular decadencia desde entonces.

No cabe duda que la vigencia efectiva de mecanismos de movilidad social sustentados en un esquema meritocrático constituye un valioso plancton cultural para la acumulación de capital humano.

El fenómeno de la realización personal, así como el progreso individual y social, no podían escapar al impacto disruptivo generado por la revolución tecnológica. Los hombres más influyentes y las fortunas dominantes ya no habitan las dinastías surgidas de la acumulación, producto de la explotación de recursos naturales o de la manufactura, como fueron los Ford o los Rockefeller. El conocimiento y los intangibles constituyen los nuevos paradigmas del poder económico. El podio de las pizarras bursátiles y los diversos charts de riqueza están poblados de nombres desconocidos apenas tres décadas atrás, que construyeron su trayectoria apalancados en su talento y su capacidad de innovación. Comparten un denominador común. Sus historias de vida muestran características que parecieran indicar el probable alumbramiento de un mérito de nuevo cuño. Acaso son pioneros en la posmodernidad ?  Responden en general al prototipo del nerd que comenzó en el garage de su casa, abrevan en la mitología del self made man pero interpelan las reglas canónicas de la formación sistématica, y han logrado construir un liderazgo más propio de un rock star que de un empresario exitoso. Sus realizaciones despiertan en quienes las consumen un fanatismo casi religioso antes que una preferencia racional. Los Jobs, Gates, Musk o Bezos de este mundo capitalizan el fruto de su propia inspiración. 

Pero la innovación tecnológica también ha permitido ensanchar las  oportunidades para materializar logros individuales antes bloqueados por las barreras de escala. Paradójicamente, en el paroxismo de la masividad y la exaltación de la concentración económica, la ultrasegmentación facilitada por la desintermediación y el acceso a fuentes atomizadas de financiamiento, promueven la explosión de microproyectos personales que están cambiando la fisonomía de los negocios basados en el conocimiento. Se multiplican así las avenidas disponibles para alcanzar el éxito de manera artesanal.

La tensión natural que subyace en la idea de un sacrificio presente como condición de una recompensa futura, ilumina el concepto de ahorro y, en tal sentido, forma parte del sistema de creencias que concibe al logro como producto del esfuerzo. En Economía se entiende al ahorro como consumo postergado, y no sería del caso abundar aquí sobre la incuestionable ventaja que representa para una sociedad en términos de progreso, disfrutar de una alta tasa de ahorro.

El moderno Estado de Bienestar se sostiene en la legitimidad aceptada de un Estado arbitrando en la distribución del ingreso a través de la potestad recaudatoria de que está investido. El concepto de Ciudadanía Fiscal alude a la conciencia de las personas acerca de su responsabilidad y compromiso con la construcción de una sociedad cohesionada, democrática y justa a través del ejercicio de sus derechos y deberes fiscales. Investigaciones muy documentadas llevadas a cabo en EEUU, ponen en evidencia que el grado de aceptación social de las medidas redistributivas correlaciona negativamente con la adhesión al criterio que prescribe que el progreso personal es función del esfuerzo individual.

RICARDO SALDAÑA

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