¡GRACIAS MILEI!



Al cumplirse cien días desde que Javier Milei asumiera la Presidencia de la República, los mass media y la redes se dieron a la tarea de exponer, alabar, criticar o denostar los actos de su gobierno, además de arriesgar algunos pronósticos sobre cómo se desenvolvería el Hombre de la Motosierra y la Licuadora en el futuro inmediato.

La Revista Hélice había, con anterioridad, explicado cómo Milei logró acceder al cargo que hoy ocupa ( ver Anatomía de un Batacazo) y también publicó algunos textos sobre su conducta como titular del Poder Ejecutivo. Los “Cien días del Energúmeno” – como se titulara uno de los más lúcidos análisis de lo hecho por Milei en los tres meses que dura su gestión- agotó el elenco de invectivas dedicadas a nuestro Presidente. Ahora, en esta nota editorial, como un tributo a la ecuanimidad, Hélice expondrá a sus siempre alertas lectores, los aportes positivos que Milei nos está brindando - aportes por los que desde ya le damos las gracias al elegido del pueblo argentino.



Una evaluación previa a la expresión de gratitud

A esta altura del proceso político-electoral abierto en agosto de 2023, resulta claro que en la confrontación final entre Javier Milei y Sergio Massa, éste representaba la continuidad del sistema. Según nuestro leal saber y entender, el “sistema” es la denominación con la que debemos referirnos al conjunto de normas, aparatos institucionales y de formas con las que los gobiernos democráticamente electos administran la sociedad civil. Milei, por el contrario, fue concebido, amaestrado y finalmente presentado a la opinión pública como el candidato que, de acceder a la Casa Rosada por la puerta grande y asentar sus nalgas en el Sillón de Rivadavia, vendría a poner en caja – o tal vez en un ataúd de pino silvestre- a la casta (otra pavada que hace pendant con la grieta, ese invento de un periodista otrora influyente) término con el que Milei pretendía denostar a toda la clase política profesional ignorando que sin políticos no hay partidos y que sin partidos no hay democracia posible según el Art. 38 de la Constitución vigente desde 1994. Lo que equivale a decir que o Milei consigue reformar la Constitución o deberá, inevitablemente, negociar con los políticos de todo pelo y señal que pululan en ambas cámaras del Congreso federal y en las legislaturas provinciales, las gobernaciones y las intendencias esparcidas en todo nuestro extendido territorio nacional.

Tal como esta Revista lo ha expresado en más de una oportunidad, el sistema funciona sobre una díada que requiere de un mantenimiento sumamente experto y preciso: el capitalismo democrático. Aquí y en todo Occidente para lograr que los muchos toleren y hasta aplaudan al gobierno de los pocos (tal como lo expone elocuentemente Nadia Urbinati en su libro “Pocos contra muchos” [Ed. Katz, Bs.As 2023] una lectura casi imprescindible para aquéllos que quieran conocer la esencia del mileísmo) resulta necesario aplicar una dosis bien equlibrada de palos y zanahorias de manera tal que a las mayorías sociales ni se les ocurra potenciar la influencia de la democracia en detrimento del mercado que, como nadie seriamente pone en duda, es el espacio que necesitan las megacorporaciones para invertir, operar y lucrar y, si es posible, gobernar desde atrás de las bambalinas. (Ver “El poder en la sombra” Las grandes corporaciones y la usurpación de la democracia. Noreena Hertz. Ed. Planeta. Bs. As. 2002.)

Los medios masivos de comunicación, aun aquéllos que se presentan como opositores al actual gobierno, han omitido, salvo muy pocas excepciones, informar a la opinión pública acerca de la decisiva influencia que la coalición oculta ha ejercido y ejerce en plenitud sobre los actos de gobierno y el relato hablado del Presidente Milei. (Próximamente pondremos en conocimiento de nuestros lectores quiénes son y cómo operan los cuatro o cinco personajes que depositaron a Milei en la Casa Rosada y a qué privilegios y prebendas aspiran como remuneración a sus esfuerzos organizativos y aportes de campaña.)



Los muchos perjudicados.

En los cien días transcurridos desde que Milei, de espaldas al Congreso, nos propinara su mensaje inaugural, son innumerables los agredidos por los actos del gobierno hegemonizado por Toto Caputo, el verdadero factotum de las políticas económicas y sociales adoptadas por el mileísmo en funciones. Este Caputo no sólo controla el Banco Central por interpósita persona, sino que absorbió las principales atribuciones inicialmente confiadas a un Ministerio de Infraestructura que no alcanzó a ver la luz del día. Es, también, el autor del déficit 0 mediante la puesta en práctica del sencillo método de no pagarle a nadie, incluso a los que poseen un derecho legalmente adquirido a percibir fondos presupuestariamente previstos bajo la forma de salarios, prestaciones sociales y subsidios además de la distribución de aportes a las provincias conforme lo dispuesto en la Ley de Coparticipación Federal de Impuestos.

Nuestros lectores seguramente recordarán que en una de sus intervenciones más comentadas, Milei aseguró que la billetera del Estado sólo estaría abierta para Sandra Pettovello, la titular del Ministerio de Capital Humano. Pues no ha sido así: la terapeuta no tradicional de los malestares anímicos del Presidente se está dedicando, al parecer con fruición, a denunciar las corrupciones heredadas en las distintas áreas bajo su mando y, tras cartón, a suspender las erogaciones previstas en las partidas presupuestarias que ella debe ejecutar.

Dadas estos condicionamientos, no es de extrañar que los perjudicados por este gobierno sean legión. Veámoslos sintéticamente:

*Asalariados en blanco

*Asalariados en negro

*Jubilados y pensionados (ANSES)

*Usuarios del transporte público

*Obreros de la construcción (obra pública)

*Población afectada por la supresión de la obra pública

*Personas y familias que se alimentan en los comedores públicos

*Usuarios de servicios públicos subsidiados

*Ahorristas de clase media (plazos fijos)

*Afiliados a las prepagas de medicina

*Consumidores con ingresos fijos de todo tipo (liberación de precios DNU 70/23)

*Locatarios de inmuebles (familias y pequeños comercios)

*Consumidores habituales de medicamentos

*Docentes

*Empleados públicos

Es posible que la lista sea incompleta. Pero con lo expuesto basta: son millones los agredidos por el ajuste que Milei y el “Messi de las Finanzas” están poniendo en práctica y cuyos deletéreos efectos preocupan hasta a los más altos funcionarios del FMI. La recesión que ya ha mostrado suficientemente su feo rostro, hará que en los próximos meses millones de otros nuevos agraviados se agreguen a los arriba enunciados.


Y no obstante... ¡demos gracias a Milei!


I) Por favorecer el debate ideológico.

La no mayoritariamente prevista irrupción de Milei en la política argentina; su éxito electoral y los actos de gobierno que llevan su firma, la de Toto Caputo y la de Bausili, configuran, en primer lugar, una situación que el sistema había logrado bloquear aun cuando la coalición oculta accediese al poder mediante el recurso al golpe militar. Hay que remontarse hasta el primer Peronismo para encontrar otro cambio del paradigma político, económico y social análogo al que Milei está poniendo en marcha. Si Perón fue el que introdujo en el sistema a millones de marginados, Milei se está dedicando con fruición a excluirlos lo más agresiva y velozmente que se pueda concebir.

La díada conformada por el capitalismo y la democracia, para ser estable y permitir el progreso real de todo el conjunto social (aunque sea a distintas velocidades) requiere de gobiernos expertos en la labor de impedir aquellas fracturas entre clases que lleguen a ser lo suficientemente graves como para admitir cambios revolucionarios en el sistema. El Estado de Bienestar ha sido el instrumento básico con el que Occidente pudo afianzar la continuidad democrática durante décadas. Cuando el welfare state comenzó a declinar en los años en los que Reagan y Thatcher fueron convencidos de que el gasto que demandaba su sostenimiento era excesivo, la consecuencia debió ser la activación del polo democrático de la díada con el efecto de radicalizar a los muchos que habían transitado el camino que lleva del marxismo-leninismo a las social democracias. Si ello no ocurrió se debió, entre otros motivos, al colapso de la Unión Soviética que vino a consumar el ocaso, según muchos definitivo de las ideologías.

Si lo que llevamos dicho fuese correcto, Milei y su pretendido anarco-capitalismo debería tener por efecto necesario revivir en la Argentina los casi desaparecidos conflictos basados en la confrontación entre partidos cuyos programas de gobierno posean una base teórica consistente lo cual hace tiempo que no existe en nuestro país. Hasta ahora la política se manifiesta como una competición entre aspirantes a posicionarse en alguno de los tres espacios en que se divide el arco electoral. Así el kirchnerismo se ubicó a la izquierda; el radicalismo – a pesar de algunas notorias claudicaciones- continuó ocupando el centro y el PRO asumió la representación de la derecha. Adviértase que el Peronismo del PJ pudo migrar desde el liberalismo noventista hasta la impugnación global del menemismo en un lapso no mayor de un lustro.

La mera posibilidad de que el mileísmo contribuya a reponer el debate ideológico en la Argentina ¿basta para agradecerle? En principio no seía erróneo pensar que un Presidente que ha escrito libros, que a los gritos ha proclamado su adhesión al anarco-capitalismo, que se ha ubicado en su discurso como un enemigo feroz de la intervención del Estado en el funcionamiento de la economía y de la regulación del mercado y que en lo que lleva de gobierno ha tratado por todos los medios de ajustar su praxis política a dichos postulados, tendría que suscitar un extendido debate ideológico con los que supuestamente protagonizan la oposición a tan extremas ideas, de las que la motosierra y la licuadora resultan ilustraciones bastas pero convincentes.

Si esta resurrección de la ideología no se ha manifestado en la dimensión que sería lógico esperar, es porque Javier Milei, como militante tanto de la Escuela Austríaca de Economía como de las ideas del libertarismo, versión anarcocapitalista en la línea de Murray Rothbard, padece de serios déficits en lo que a conocimientos, coherencia y aptitud expositiva se refiere. Para iniciar una confrontación de ideas con un anarcocapitalista, es necesario conocer los orígenes remotos de la doctrina y remontarse al inspirador de la concepción libertaria de la economía y de la política: Henry Thoreau, profeta de la desobediencia civil y del ambientalismo ecológico. Y habría que exponer públicamente que desde Thoreau a Murray Rothbard, los libertarios, con matices, siempre fueron anti-imperialistas, anti-belicistas y aislacionistas. Estuvieron en contra de la guerra con México por la anexión de Texas (1846-1848) , se opusieron a la participación de los EEUU en las dos guerras mundiales y militaron en contra de la intervención armada norteamericana en Viet Nam en la década de 1960.

El libertarismo es un producto de la sociedad yanqui y exportarlo no es fácil porque los EEUU constituyen una verdadera peculiaridad histórica. Intentar introducirlo en la Argentina resultaría, desde el punto de vista académico y aun como doctrina política, una tarea hercúlea que haría imprescindible un debate previo tanto con los partidarios del intervencionsimo estatal como entre los propios adherentes a las ideas de Ludwig von Mises, Friedrich Hayek y Carl Menger, los principales exponentes de la Escuela Austríaca de Economía. Como es obvio ese debate jamás tuvo lugar, entre otros motivos porque esas ideas fueron capturadas por el ala ultraconservadora de la derecha argentina que se puede personalizar en los Benegas Lynch, padre e hijo, y en el ESEADE, una “escuela de negocios” a la cual los grandes grupos empresarios enviaron a “formarse” a los que deseaban promover a CEOs de sus empresas. Javier Milei aparece tardíamente en ese conglomerado ideológico y se supone generalmente que poco antes de su periplo mediático, se convirtió en un experto compatibilizador de los principios de la Escuela Austríaca con los del libertarismo extremo.

Ahora bien; el periodista Juan Luis González en su bien documentado trabajo de investigación publicado en el libro titulado “El Loco”, incluyó un capítulo al que denominó “El rincón del vago” en el que expone los plagios en que incurrió Milei en sus obras escritas. La información que maneja González en este capítulo se basa en otra muestra cabal del periodismo de investigación debida a Tomás Rodríguez, perteneciente al staff de la revista “Noticias” en la cual se publicó originalmente el detalle de los múltiples plagios debidos a la pluma del actual Presidente. A pesar de que la nota de Rodríguez fue tapa de “Noticias”, el proyecto de la coalición oculta de posicionar a Milei como candidato a derrotar a Sergio Massa no sufrió deterioro alguno.

De todas maneras, pretender entablar con Milei un debate ideológico serio, iba a resultar poco menos que imposible. En primer lugar porque muy pocos creían que Milei podría sostener su candidatura presidencial atento la contextura de su discurso mediático. Y luego porque las urgencias derivadas de la mala situación económica y social existente en el país condenaría a los que optasen por valorizar el debate ideológico por sobre cuestiones tan acuciantes como la inflación y el déficit fiscal entre otros flagelos, como si viviesen a espaldas de los dramas nacionales.

Entonces ¿por qué deberíamos agradecer a Milei la oportunidad de reponer en la agenda política la confrontación ideológica? Nuestra respuesta a este válido interrogante es que se ha demostrado que si se prescinde de este debate en el futuro próximo, la crisis que precedía al advenimiento del mileísmo al gobierno y la profundización y extensión de esa crisis debidas al uso brutal de la motosierra y la licuadora, no podrán ser superadas. A pesar de las convulsiones que día a día sufre la sociedad civil, en la agenda mediática están apareciendo algunos indicios en el sentido de que una parte no pequeña de la población está reclamando una exposición de las ideas que pretendidamente cubren – o blindan- las operaciones de poder más descarnadas que jamás se hayan puesto en práctica en la historia contemporánea de la Argentina.

II. Por poner a prueba al sistema.

Si lo que expresamos antes es correcto, el segundo motivo de gratitud para con Milei es el de haber puesto a prueba todo el sistema político-institucional de la República. La pretensión de reformar cientos de leyes – además de ultrapasar límites constitucionalmente establecidos- mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia y una Ley Ómnibus, impactó gravemente en cuestiones tan axiales, tanto republicanas como democráticas, como la división de poderes y la representación política basada en la soberanía del pueblo.

A estas alturas del proceso gubernamental iniciado el 10 de diciembre de 2023, parece suficientemente claro que al mileismo le resultará imposible imponer sus objetivos y sus métodos al sistema. Hay que tener en cuenta que el verdadero poder económico-financiero ha sido transferido al dúo Caputo-Bausili que nada tiene que ver con el libertarismo ni con los desvaríos mediáticos del Presidente al que solamente le reclaman la instauración de un orden público que le permita a Caputo, sus mandantes y asociados, continuar su interrumpido derrotero de endeudamiento y fuga de capitales. En este sentido, están apareciendo señales de que el caputismo ya no podrá ampararse en gobiernos dotados de legitimidad de origen pero cuya legitimidad de ejercicio está demostrando ser insuficiente para asegurar la gobernabilidad del sistema.

Por lo menos han sucedido algunos hechos que demuestran hasta dónde el sistema puede resistir los embates milei-caputistas: el rechazo de la Ley Ómnibus en la Cámara de Diputados; idem el del DNU 70/23 en el Senado; el bloqueo del Poder Judicial a la reforma laboral contenida en el mismo DNU y la resistencia de los gobernadores patagónicos a diversas maniobras inconstitucionales del Poder Ejecutivo. Las consecuencias de cómo se han planteado y procesado estos conflictos son claras: al Presidente le resultará cada vez más dificultoso negociar la aprobación de leyes en el Congreso. En cuanto a los gobiernos provinciales, está claro que si Milei aspira a impedir que la rebelión patagónica se extienda, deberá impetrarle a su Ministro de Economía que atienda con presteza a los requerimientos de fondos de los mandatarios que rigen sus territorios conforme lo establecen los artículos 121 y subsiguientes de la Constitución de la República.



III. Por exponer a la coalición oculta y demostrar las dificultades para establecer alianzas políticas que funcionen aceptablemente.

Otro aporte de Milei al conocimiento de la realidad política, económica y financiera, está dado por la simultánea caída de las máscaras con las que los factores más concentrados del polo hegemónico del sistema pretendieron – con éxitos innegables – imponer sus intereses bajo la cobertura de gobiernos elegidos democráticamente por el pueblo. Hoy en día los nombres de Paolo Rocca, Eduardo Eurnekian, Gerardo Werthein, Eduardo Elsztain – entre otros de similar enjundia- aparecen asiduamente en el espacio mediático vinculándolos con negocios y negociados de muy grande trascendencia económica y financiera.

En lo que respecta a la imperiosa necesidad del mileísmo de extender su base política, sobre todo en el Congreso, las dificultades que están impidiendo una ligazón firme y estable con el macrismo deben interpretarse como demostración de que la doctrina del shock aplicada por Milei en consonancia con su pretendido libertarismo, no resulta favorable a la captación de voluntades políticas aun cuando existan coincidencias en lo que hace a la orientación general de las políticas de gobierno como es el caso del PRO.

Si se deja de lado el programa de Martínez de Hoz bajo el gobierno de Videla, sólo existen dos conexiones programáticas entre el milei-caputismo y operaciones “neoliberales” amparadas por el voto ciudadano; el Noventismo menemista-cavallista y el macrismo. Tanto Milei como el Toto no ocultan la valoración positiva del menemismo. En cambio, se advierten matices bien pronunciados en lo que respecta al gobierno de Mauricio Macri. Los motivos que se encuentran detrás de los recelos que tanto Milei como Caputo han exhibido en relación a Macri son de distinto origen pero de parecida entidad. En primer lugar, como ya hemos apuntado, la derecha posicional accedió al poder del Estado en 2015 mediante el voto mayoritario de la ciudadanía. Si bien el “neoliberalismo” había alcanzado bajo las presidencias de Carlos Menem y la convertibilidad de Domingo Cavallo altas cotas de influencia en los asuntos económicos y financieros, el origen peronista del hombre de Anillaco le otorgó una cierta inmunidad política y social, mitigando, hasta extremos inusitados la contundencia de la oposición tanto partidaria como sindical. A pesar de sus esfuerzos, Macri nunca pudo acceder al blindaje del que sí gozó Menem. El gradualismo macrista no fue sino la consecuencia de las limitaciones efectivas que afectaron los planes de los factores de poder que sostuvieron su acceso al gobierno de la República. La aguda crisis que a partir del último semestre de 2017, que se prolongó hasta la elección presidencial de 2019 y tuvo su pico más agudo en el 2018, tuvo dos consecuencias principales: posibilitó el triunfo electoral de Alberto y CFK y extendió sus efectos tóxicos – como el mega préstamo del FMI - hasta el ascenso del mileísmo a la Presidencia. Para los libertarios, Macri fue el responsable último de las circunstancias que impiden a Milei desenvolverse con más flexibilidad en el manejo de las cuestiones económicas y financieras. La puesta en marcha de la doctrina del shock, está revelando a tirios y troyanos su incompatibilidad con el sistema político-institucional vigente en la Argentina.



IV. Por haber demostrado que la díada capitalismo/democracia en la versión milei/caputista requiere inevitablemente de la activación del polo represivo del sistema de poder.

Tal como lo hemos expresado antes, el equilibrio entre ambos términos de la díada constitutiva del capitalismo democrático exige de los gobiernos una administración de la sociedad en extremo cuidadosa, experta y no represiva. Sólo si estos requisitos son satisfechos, es posible que los muchos sigan respetando los intereses de los pocos. De otra manera, si los que han accedido al poder legalmente, en el ejercicio del mando concedido por la mayoría electoral optan por someter a las instituciones del Estado a las directivas de los factores de poder que ocupan una posición hegemónica dentro del sistema, la historia argentina demuestra que resulta inevitable la activación del polo coactivo de ese mismo sistema. El golpe militar, o los excesos represivos en que recaen gobiernos democráticamente electos, son las consecuencias inexorables de quebrar el equilibrio interno entre los que votan y los que ocupan las posiciones más altas de la pirámide social: no más del 5% de la población del país.

¿Cómo es la situación de la díada luego de que el milei/caputismo pusiera en práctica la doctrina del shock? Entendemos que existen varias señales de una descompensación entre los excesos del gobierno para favorecer a los factores de poder hegemónicos y la aplicación, sin anestesia, de los postulados salientes de la doctrina del shock. El interrogante que surge de inmediato es el siguiente: ¿Por qué el milei/caputismo se inclinó por aplicar dicha doctrina (tan bien expuesta por Naomi Klein en su libro La Doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre” Ed. Paidós. Bs. As. 2007) aun a costa de generar un grave daño social e institucional a la Nación argentina? Veamos.

La Libertad Avanza es una formación política con muy escasa representación en el Congreso Nacional, en las legislaturas provinciales, en las intendencias municipales, en las organizaciones no estatales y claramente, a pesar el “episodio Luis Barrionuevo”, no posee influencia en el sindicalismo. Este esencial déficit, a juicio de la coalición oculta, sólo podría ser neutralizado de dos maneras bien diferenciadas: pactar explícitamente con el macrismo o, si esto resultara inviable, acelerar todo lo posible la desregulación de la economía, la liberación de todos los precios y la privatización de empresas públicas a fin de favorecer de la manera más contundente los intereses de las corporaciones que posibilitaron el éxito electoral de Javier Milei.

Por lo que se lleva visto, la operación de involucrar de manera explícita al PRO en la gestión de gobierno, está exhibiendo serias dificultades. La principal de ellas radica en el posicionamiento de Patricia Bullrich como ministro de Seguridad de Milei y en el progresivo opacamiento del liderazgo de Mauricio Macri, tal como ha quedado demostrado después de consumada la renovación de autoridades del PRO: a pesar de la presidencia concedida a Macri, han sido adeptos a la Bullrich quienes han obtenido los dos cargos más importantes en orden a la conducción partidaria. De esta manera, “Pato” tiene un pie a ambos lados de la eventual integración entre el PRO y LLA. Por esta razón cualquier alianza político-electoral entre el PRO y LLA está condicionada al éxito de la gestión represiva desempeñada por Bullrich al frente del Ministerio de Seguridad.

Ahora bien: claramente no es Patricia Bullrich quien dispone de los contactos empresarios que, del lado del macrismo, serían el aporte básico que podría sostener en el tiempo la unidad de los bloques del PRO en ambas cámaras legislativas. Esta situación presenta rasgos de alta incertidumbre debido a la desvalorización de la figura de Mauricio Macri por lo que el gobierno tuvo que escenificar – con el inefable aporte de Cristian Ritondo- el inconmovible apoyo legislativo del PRO a los proyectos de ley – incluyendo la aprobación de los DNU que dicte el Poder Ejecutivo- que se le ocurra enviar a Milei para su aprobación al Congreso. Dadas estas circunstancias, pareciera ser que se ha optado por acelerar las transferencias de poder desde el Estado a los mercados, potenciando tanto la acción de la Motoriserra como de la Licuadora.

La resultante de las dificultades expuestas es la de exacerbar la necesidad de utilizar las políticas del shock puesto que cualquier versión de gradualismo podría conducir a una crisis análoga a la que se desató bajo la presidencia de Macri entre 2017 y 2019. El problema que plantea esta manera de entender la función del gobierno, desemboca inevitablemente en la excitación del polo coactivo del sistema o sea la del protagonismo de las fuerzas de seguridad y de las FFAA. De este resultado ya hemos tenido suficientes pruebas, a saber:

1) Puesta en práctica del “Protocolo antipiquetes” cuyo estreno en el operativo represivo frente al Congreso el 1ª de febrero mereció el repudio generalizado de expertos en seguridad, juristas, partidos opositores y hasta de las Naciones Unidas.

2) Con el pretexto de combatir a los narcotraficantes en Rosario, la Bullrich, con el acuerdo de su delegado en el Ministerio de Defensa Luis Petri, ha insistido en involucrar a las FFAA en los operativos de seguridad que se ejecuten sobre la población civil. Esta iniciativa, hasta ahora, ha sido resistida exitosamente por el Estado Mayor Conjunto.

3) Está suficientemente en claro que en los tres espacios en que se plantean, procesan y resuelven los conflictos políticos: el institucional, el mediático y la calle, el gobierno no dispone de la capacidad de convocatoria imprescindible para montar escenarios multitudinarios en el espacio público. Como quedó demostrado el domingo 24 de marzo, el predominio de las fuerzas de oposición en dicho espacio es incontrovertible. Por esta contundente razón, es correcto suponer que las funciones represivas de este gobierno serán ampliadas y estimuladas mientras persistan los efectos de la política de shock adoptada – justificada y exaltada- por el milei/caputismo.

Habida cuenta de estas circunstancias, el gobierno ha comenzado a experimentar lo que se llama las angustias del tiempo. Esto es así porque los beneficiarios del shock –la coalición ya no tan oculta se están dando cuenta de que Milei no dispone de un salvoconducto que le permita prolongar el ejercicio efectivo de la Presidencia por el tiempo necesario para que tanto ellos como Toto Caputo culminen exitosamente sus negocios y negociados y la neutralización de las formas estatales de arbitraje entre los pocos y los muchos. Por estos motivos, cabe esperar que se acelere la puesta en práctica de los contenidos del pacto hegemónico suscripto entre Milei y Caputo y las megacorporaciones, nacionales y extranjeras que le exigen al gobierno, de la misma manera en que lo hace el FMI, que dé las suficientes garantías de orden y estabilidad institucional que juzgan imprescindibles para mantener activo el mencionado pacto. La represión forma parte inescindible de dichas garantías por lo que le deberemos agradecer a Milei y a Patricia Bullrich el haber puesto de manifiesto que sin represión el shock no funciona.



Conclusiones.

Descontada la ironía contenida en el texto de esta nota, nos parece acertado expresar nuestra gratitud a Javier Milei por lo que está haciendo, permitiendo hacer y no haciendo como Presidente de la República Argentina: se necesitaba tanto fuego para incinerar tantos desperdicios.

Cierto es que el precio que está pagando el pueblo puede parecer demasiado alto. Pero si después de que estas ordalías sean cosa del pasado sucede que los intelectuales y los políticos de profesión se convencen de que sin ideología no puede existir la organización que se requiere para promover el bienestar de la población y si además pretendemos que nunca más un personaje como Milei sea promovido al gobierno del Estado nacional, los costos de la lección magistral que nos están propinando tal vez no sea ni excesivo ni injusto.

Para que la Argentina renazca de sus cenizas, ya mismo hay que ponernos de lleno a la tarea de pensar en qué futuro deseamos y podemos vivir. El Grupo Editor de la “Revista Hélice” desde ya se compromete a participar en la ardua labor que nos aguarda y a difundir urbi et orbi sus objetivos y sus logros.



Consejo de Redacción

Revista Hélice

Marzo de 2024