CUADRO DE SITUACIÓN.


“… y deberíamos prestar más atención al desarrollo del proceso por el cual nuestras democracias se van convirtiendo en un mecanismo eficaz de responsabilizar a los pueblos por los errores y los fraudes de los gobernantes.” Gianni Vattimo.

Los pueblos tienen los gobiernos que se les parecen” Miguel de Unamuno.


Primeras figuras y extras en la escena electoral.

Una visión desprejuiciada sobre el proceso electoral que discurre en la Argentina entre récords inflacionarios y el auge del narcotráfico, no deja de producir en el ánimo del votante una oscura sensación de “no saber lo que va a pasar mañana”. Si bien todavía no se puede hablar de un favorito indiscutido a triunfar en la elección de Octubre, los tres postulantes en carrera van trazando las líneas más gruesas de sus propuestas programáticas. Por un lado, Sergio Massa ha asumido la responsabilidad mayúscula de impedir el acceso a la Presidencia de las dos versiones que presenta el establishment para asegurarse el control del próximo auge de las inversiones extranjeras en combustibles fósiles y minerales: Patricia Bullrich con Carlos Melconian como exponente de lo que queda del macrismo y Javier Milei cuyas promesas de campaña lo ubican como el representante más destacado del voto castigo que, a su manera, expresa la decadencia del conjunto político y jurídico del sistema democrático argentino. Bajo estas premisas, diremos que el principal protagonista en esta etapa del proceso electoral es… ¡el Fondo Monetario Internacional!

En efecto; hoy sabemos que Donald Trump cometió tal vez el más grande error de su política exterior cuando en forma personal presionó al board del FMI para que otorgara a Mauricio Macri un préstamo por un monto que pudo alcanzar los 57.100 millones de dólares, y que finalmente llegó a los 44.000 millones, suma superior a la concedida a todos los países del Hemisferio Occidental durante la pandemia. Tanta generosidad sólo puede explicarse por el santo temor inoculado al Presidente Trump por algunos financistas que funcionaban como asesores del gobierno republicano, en el sentido de que sin ese auxilio extraordinario, la coalición de “derechas” entre el PRO y la UCR perdería inevitablemente la elección presidencial de 2019 y, como consecuencia, advendría otro ciclo cristinista, algo que Washington realmente consideraba una verdadera plaga que debería evitarse por cualquiera de los medios al alcance de la diplomacia financiera tan en uso en el contexto de la globalización. Pero, así y todo ¡Macri perdió su confrontación con Cristina, protegida por el blindaje que le aportó Alberto Fernández!

Hoy está claro para cualquiera que conserve un conjunto razonable de neuronas funcionando, que el FMI se ha converido en el primer actor de la tragicomedia argentina puesto que de ese invento de Harry Dexter White, allá por los días turbulentos del final de la Segunda Guerra Mundial, depende el futuro inmediato de la Argentina que ya se encuentra abocada a otro concurso electoral, quizá más decisivo que aquel de 2019.



Massa candidato: ¿cómo llegó hasta aquí?

Yo soy yo y mi circunstancia” (José Ortega y Gasset. “Meditaciones del Quijote”)

Es imposible ignorar que la candidatura de Sergio Massa, pretendiente único para acceder a la Presidencia de la República en representación del avatar actualmente vigente del viejo y querido Movimiento Peronista, se debió a las muchas y variadas sugerencias provenientes del FMI convertido, como está más claro que el agua clara, en el Gran Elector de la decadente política vernácula. Al ser ungido como la gran esperanza blanca del oficialismo y a pesar de tantas y tan variadas contradicciones – Juan Grabois incluido – que inciden negativamente sobre la imagen del Superministro de Economía en funciones, no sólo en nuestra Argentina sino también en otras latitudes, ha comenzado una ardua tarea consistente en averiguar quién diablos es Sergio Massa y qué se puede esperar que haga si alcanza a disponer de la banda y el bastón presidenciales y asentar sus glúteos en el Sillón de Rivadavia.

No es tarea fácil explicarse por qué Massa está donde está y hasta dónde puede llegar. Y es imposible averiguarlo si no se tiene presente en todo momento el contexto en el cual Massa ha logrado mantener vivas las esperanzas de que alguna forma de macrismo no acceda nuevamente a la Presidencia de la República. Ese contexto es el de un proceso electoral desplegado bajo las formas propias de las democracias posicionales donde la ideología cuenta mucho menos que los intereses y los principios han dejado su lugar al oportunismo más descarado.

Pero más allá de la incidencia del todo evidente del colapso ideológico que hoy rige en nuestro país, lo cierto es que el descomunal aporte del FMI (12 de Junio de 2018) con el objetivo de asegurar la reelección de Mauricio Macri en 2019 marca el comienzo de la era contemporánea de los procesos electorales en la Argentina. En otras palabras: la apuesta de Sergio Massa a todo o nada, depende fundamentalmente de que consiga el oxígeno que solamente puede proporcionarle el mismo órgano que sometió al gobierno del cual ahora es Ministro de Economía a un via crucis que es preciso considerar – para no caer en fáciles reduccionismos- como el más escabroso de cuantos ha debido transitar nuestra tan agredida República.

Resulta imposible explicar el posicionamiento de Massa como candidato presidencial del abigarrado peronismo hoy existente – gobernadores, intendentes, CGT, organizaciones sociales. Cristina, La Cámpora, los así llamados kirchneristas y otros de variada gama y contextura- prescindiendo de la evaluación del impacto que el mencionado aporte del FMI a la reelección frustrada de Mauricio Macri ha provocado en el espacio político nacional. En efecto: existen tres aspectos principales que se deben analizar al momento de evaluar de qué manera el proceso electoral en curso se ha visto afectado por el mancionado acuerdo entre el FMI y el gobierno de Mauricio Macri: el que tiene que ver con la violación de expresas normas contenidas en los estatutos del organismo multilateral; lo que se refiere a cómo fue puesto formalmente en vigencia el acuerdo en la Argentina y, por último, qué uso se dio a los dólares del préstamo stand by acordado inicialmente por la suma de 55.000 millones de USD de los que 44.500 millones ingresaron efectivamente a nuestro país.

Como es de público y notorio, la principal actividad de Massa, tanto como Ministro cuanto como candidato a la Presidencia de la República, es la negociación con el FMI, ese invitado a participar en nuestros procesos electorales por Mauricio Macri cuando hace ya más de cinco años cayó en la cuenta de que su gobierno marchaba a paso redoblado hacia un contundente fracaso. Es por esta razón que no es posible evitar el análisis de la influencia del prestamista de última instancia en la dialéctica Oficialismo/Oposición cuyo despliegue actual, si nos atenemos a lo que narran los medios de comunicación de masas, hegemónicos o no, se parece demasiado a un sainete escrito con excesiva mala fe y, además, con poca o ninguna gracia. El FMI, por supuesto, participa conforme su prosapia histórica aunque el desaguisado mundial le obligue a adoptar conductas que pocos años atrás serían inimaginables. Veamos entonces.



La corrida de Macri : causas y efectos.

El origen real y efectivo del protagonismo de Sergio Massa en el actual proceso electoral argentino, hay que buscarlo en el 25 de abril de 2018, día en el que el BCRA tuvo que desprenderse de USD 1.470 millones “para defender el peso” como suele decirse. Aunque esta hemorragia constituyó la mayor intervención de la autoridad monetaria en más de 15 años, dos días antes se produjeron ventas por más de 600 millones de USD. Así comenzó la corrida de Mauricio Macri que desembocaría en el escandaloso, por más de un motivo, préstamo stand by concedido por el FMI- por razones eminentemente políticas- por un monto inicial de 57.100 millones de USD.

Los motivos del descalabro cambiario del macrismo, no dejaron de sorprender a los observadores y analistas tanto vernáculos como foráneos. Si se tiene en cuenta que “Cambiemos” obtuvo un éxito electoral notable en diciembre de 2017, es de todo punto necesario conocer los por qué de la apresurada fuga de capitales que comenzó apenas 120 días después de que la coalición gobernante se hubo posicionado como la primera minoría en la Cámara de Diputados con 108 legisladores desplazando al FpV con 67 diputados al rol de segunda fuerza.

No es de extrañar que los “expertos” que publicaron sus ideas sobre el descalabro de la política económica macrista difieran en lo que hace a las razones que motivaron el pincipio del fin de la ilusión de una Argentina decididamente orientada a progresar indefinidamente sosteniendo el predominio del mercado sobre el Estado. Sin embargo es posible abastraer de las opiniones vertidas, unos pocos ítems que parecen aptos para explicar el final abrupto de esta quimera. Veamos entonces cuáles son.

1) Indebido avance sobre la autonomía del BCRA. Algunos importantes inversores de capitales especulativos, entendieron que la muy recordada conferencia de prensa que, el Día de los Inocentes (28 de diciembre) de 2017 reunió a Marcos Peña, Nicolás Dujovne y a Luis “Toto” Caputo congregó a estas “primeras espadas” del macrismo junto a un desangelado Federico Sturzenneger – titular del BCRA- con el objetivo de minimizar el desequilibrio en la cuenta corriente por un monto calculado en cerca de 30.000 millones de dólares. El gradualismo firmemente defendido por el propio Mauricio Macri y sus más excelsos funcionarios, les pareció a los inversores un error grave que, junto con la creciente magnitud de las LEBACS y el mencionado “atropello” al BCRA, conduciría a una crisis que amenazaría indefectiblemente la seguridad de sus inversiones.

2) Déficit fiscal y el impuesto a la renta financiera. El gradualismo macrista funcionó como una coartada para ocultar el verdadero motivo por el que a “Cambiemos” le resultó imposible bajar lo suficiente el gasto público y el déficit presupuetario tal y como se le había prometido al mercado. Detrás de la frustración se encontraba la debilidad política del macrismo gobernante, debilidad que se manifestaba crudamente en la calle – dominio inexpugnable de las organizaciones sociales- tanto como a nivel institucional donde la coalición gobernante nunca logró una mayoría estable en ambas Cámaras del Congreso. Los valedores del Presidente Macri creyeron que ¡por fin! había llegado al poder un gobierno que acabaría con el déficit fiscal emergente del gasto público social, causante, según ellos, de varias y muy serias calamidades tales como el exceso de emisión monetaria, el endeudamiento del Estado y la inflación. La señal que les hizo comprender que se habían equivocado fue, sin dudas, la reglamentación dictada el 25 de abril de 2018 en relación al impuesto a la renta financiera que afectó principalmente a los tenedores de LEBAC y que, según “La Nación” “fue el detonante de una importante venta del título y de la corrida sobre las reservas del Banco Central”. A partir de este gravamen establecido por el temor de la propagación de un incendio que se desatara sobre la masa de estas letras – que según estimaciones en marzo de 2019 llegaban al equivalente de 70.000 millones de dólares- la desconfianza en la política financiera del Gobierno creció exponencialmente pues los inversores comprendieron que el déficit fiscal no sería contenido y que ya no había espacio político para tomar medidas de shock que al principio del período macrista esos mismos inversores juzgaban necesarias y de posible aplicación. Por otra parte, se comenzaron a conocer las cifras del rojo fiscal que en el período 2016-2019, incluyendo los intereses de la deuda publica, alcanzaría a 112.300 millones de USD, en tanto que la deuda en esa moneda sería de USD 92.240 millones.

3) Los bruscos e imprevistos movimientos del dólar. Aunque hoy parezcan irrelevantes, los cambios en la cotización del dólar – 20,56 a 22,90, 25,36 y 28,43 desde marzo a junio de 2018- generaron una duda cruel: ¿a qué tipo de cambio el BCRA respaldaría con la divisa a los tenedores de LEBAC que quisieran hacer efectivas sus tenencias? Según algunos analistas de la situación de aquellos turbulentos días, bajo Sturzenegger se vendieron 13.000 millones de dólares y ya con el “Toto” Caputo al frente del BCRA otros 14.000 millones. Se calcula que desde que asumiera Macri en diciembre de 2015 hasta el 3 de diciembre de 2018 el dólar se encareció un 286%. Todo lo cual explica que en septiembre de 2019, Macri decidiera retomar el tan aborrecido cepo cambiario a pesar de que a esa fecha ya estaba operativo el préstamo con el FMI.

El 8 de mayo de 2018, Mauricio Macri anunció que no había motivos para preocuparse: ya se habían iniciado las “conversaciones” con el FMI. El 7 de junio se dejaron trascender los detalles del acuerdo que reinstalaría al Fondo como actor principal de la política argentina.

Cpmclusiones provisorias.

Cuando Sergio Massa aceptó desempeñar el doble rol de “Superministro” y de candidato a la Presidencia, unos pocos observadores de la realidad política argentina plantearon que el principal aliado de Massa sería el FMI. ¿Las razones de esta idea? La primera: que si Massa lograba evitar el default al que el escandaloso crédito concedido por Donald Trump a Mauricio Macri, ello le alcanzaría para triunfar sobre quien asumiera la representación del macrismo en la elección de Octubre de 2023. La segunda: que si Massa pudiera exhibir la imagen de un peronismo unido detrás de su candidarura evitando las obvias contradicciones existentes al interior del Justicialismo, la coalición opositora integrada por el PRO y la UCR no tendría la menor oportunidad de derrotarlo. La tercera: que el cronograma de vencimientos derivado del antes mencionado préstamo llegaría a 2032 con la consiguiente secuela de “condicionalidades” que suelen imponer severos programas de ajuste que sólo un gobierno incluyente de la CGT, las organizaciones sociales, la mayoría de los gobernadores de provincia y de los intendentes del AMBA podría subsistir en medio de las tensiones que dichos ajustes generarían. Y cuarta: que aquellos ajustes que habría que llevar a cabo indefectiblemente, podrían imputarse razonablemente a las presiones del FMI frente al cual el gobierno de Massa asumiría el rol de “defensor de los intereses del pueblo”.

(Continuará)