¿Convivir con el virus?

En medio de la formidable conflagración desencadenada entre gobiernos – de todo tipo y condición- empresas farmacéuticas (vendedoras de vacunas) científicos y pseudo científicos – entre éstos los que asesoran a nuestro Presidente- de vez en cuando, muy de vez en cuando- aparece una noticia digna de crédito tanto por su origen, como por el medio que la publica.

El 22 de mayo próximo pasado, desde Roma, un Comité de científicos calificados de independienteses decir, que no perciben emolumentos de los grandes laboratorios- dio a publicidad un documento en el que expresaban que el virus de Wuhan no podría ser erradicado debido a la excepcional capacidad de contagio de las que fue dotado y que, a consecuencia de ello, permanecerá entre nosotros como un mal endémico que “deberá ser combatido, como otras infecciones provocadas por agentes virales, por fármacos destinados a suprimir o aliviar el padecimiento derivado de la enfermedad”.

Esta clara y convincente exposición, choca de frente con el dogma intangible de que la vacuna es lo único que puede salvarnos del COVID 19. Parece de sentido común suponer que, desde la perspectiva de la industria farmacéutica es muchísimo más rentable fabricar y vender miles de millones de vacunas que dedicar sus esfuerzos a investigar y desarrollar un fármaco cuya comercialización estaría orientada a los que presentaran síntomas de la enfermedad.

Al mismo tiempo, se han difundido dos noticias que se encuentran en consonancia con lo expuesto por los científicos de Roma: este virus hace prácticamente imposible alcanzar la tan mentada inmunidad de rebaño debido a su asombrosa aptitud para mutar, haciendo que las vacunas alcancen una eficacia muy acotada y last but not least, existen más que suficientes pruebas que este coronavirus ha sido el producto de un laboratorio especializado en investigaciones biológicas justamente del tipo que funciona en Wuhan. Hasta el mismísimo Joe Biden, inicialmente fuerte crítico de su contrincante republicano Donald Trump, ha debido ceder antes las evidencias acumuladas y, en consecuencia, encargar a sus servicios de inteligencia que aporten todos los datos necesarios para dejar definitivamente esclarecida la cuestión del origen del COVID 19.