EL PROCESO ELECTORAL ARGENTINO Y EL PARADIGMA DEL VOTO LIBRE.

(Tercera y última parte)

En el actual proceso electoral argentino que habrá de culminar (salvo balotaje) en octubre de 2023 con la elección presidencial, se supone que la confrontación principal se dará entre el FdT y JxC con la novedad del presunto incremento del voto libertario encarnado en Javier Milei. En la siguiente nota, trataremos de responder a un interrogante que se plantea como dirimente de la orientación objetiva – no discursiva – del próximo gobierno sea cual fuere su posicionamiento político: ¿hasta qué punto el voto de los ciudadanos podrá ser considerado como producto del conocimiento que habilita el ejercicio del libre albedrío a la hora de sufragar? Lo cual nos conduce necesariamente a preguntarnos qué es lo que hay que conocer para que el voto sea realmente una expresión de la libre voluntad del ciudadano.

La verdad os hará libres” (Juan 8,31-42)

Y es que en el mundo traidor/nada es verdad ni mentira/todo es según el color/del cristal con que se mira” Ramón de Campoamor en “Las dos linternas”

El voto-verdad : ¿una utopía?

En las notas anteriores vinculadas a la cuestión del voto ciudadano, quedó en claro que, en nuestra opinión, para que las urnas tengan la aptitud de legitimar a quienes gobiernan, el sufragio debe ser libre y para que lo sea, el votante debe conocer la índole de los candidatos que constituyen la oferta electoral de los partidos políticos.

Asimismo, postulamos que cuando el factor ideológico fue eliminado como elemento principal en la formación y en el funcionamiento de los partidos políticos y comenzó el auge de las democracias posicionales, los ciudadanos se vieron privados de una orientación presuntamente segura en orden a fundamentar la decisión de votar por unos u otros de los candidatos a ocupar la función de gobernar. Votar por un candidato laborista no era lo mismo que votar por un torie y eso estaba claro para todos los británicos.

En la actualidad, en los sistemas democráticos-capitalistas, se ha incrementado notablemente la necesidad de conocer la personalidad de los candidatos. Y esta necesidad, en las sociedades de masas, sólo puede ser satisfecha por los medios de comunicación que, a su vez, se han transformado en grandes conglomerados empresarios – los llamados multimedia – que poseen intereses económicos y financieros que influyen decisivamente sobre los contenidos de la información que difunden con el fin de ejercer influencias de diversas clases sobre la opinión pública. Las encuestas, los comunicadores sociales – periodistas o expertos en cuestiones socio-culturales, económicas, financieras y políticas – y hasta los deportistas famosos y los protagonistas de espectáculos “artísticos”, concurren a estimular o a desacreditar las preferencias de los votantes originadas por fuera del espacio mediático.

Por medio de una consulta entre votantes con educación terciaria, hemos comenzado a indagar cuáles son los conocimientos que se consideran necesarios a la hora de elegir a quienes aspiran a ocupar las más altas funciones de gobierno que requieren de la legitimación por medio del voto. De esta manera hemos elaborado una lista de las informaciones que ese tipo de ciudadanos cree necesario conocer – con distintos tipos de importancia – a fin de decidir, siquiera razonablemente, qué papeleta introducir en la urna. Veamos un poco más de cerca esta mini-encuesta.

1) Origen familiar del candidato. (Posicionamiento social de origen.PSO)

Conocer con precisión el origen familiar de un candidato no es tarea fácil aunque hoy ese dato suele estar publicado en internet. Pero llegar a alguna conclusión valedera acerca de qué manera el PSO del postulante ha influido en su curriculum político, requiere aplicar algún criterio interpretativo el cual puede provenir de la propia formacion intelectual del votante o bien proceder del espacio informático. Si bien casi toda la ciudadanía sabe que Mauricio Macri es el heredero de una gran fortuna amasada por su padre Franco, es probable que una mayoría contundente de votantes ignoren por completo cuál ha sido el PSO de Cristian Ritondo… o de Gildo Insfran si viene al caso. Por otra parte, disponer de una explicación clara de los motivos por los que Ritondo es el jefe del bloque macrista en la Cámara de Diputados de la Nación, exige ir más allá de la información existente en las redes. Por todas estas razones, nuestros encuestados no otorgan al PSO de los candidatos una importancia significativa en orden a participar en la toma de decisión sobre a quién votar cuando llega la ocasión.

2) Educación del candidato.

Si el PSO de los candidatos puede explicar una parte de su personalidad y de su cultura, conocer el nivel educativo alcanzado se considera relevante para formar un juicio de valor sobre sus aptitudes para desempeñarse en el cargo para el que resulte elegido. Hay que tener en cuenta que una educación de excelencia exige disponer de ingresos que no están a disposición de familias ubicadas en los estratos inferiores de la escala social. Por otra parte si los conocimientos adquiridos en el sistema educativo no son puestos en práctica en alguna actividad social o económicamente reconocida, el votante no estará en condiciones de apreciar las cualidades “ocultas” del candidato. De ahí que lo realmente significativo sean los antecedentes laborales y/o profesionales puestos de manifiesto por el solicitante del voto ciudadano en el curso de su vida útil. Este ítem cuenta con la general aprobación de los encuestados.

3) Actividad socio-económica del candidato y posición social alcanzada.

Si se pasa revista a la nómina de nuestros legisladores nacionales – diputados y senadores – se advertirá de inmediato que sólo excepcionalmente figura el nombre de alguien que se haya destacado en alguna actividad útil antes de ser nominado para ocuparse de la tarea de redactar leyes obligatorias para todos los habitantes de la República. Si sólo nos ocupamos de los candidatos a ocupar el Sillón de Rivadavia que lograron su objetivo, veremos que ninguno presenta antecedentes notables ni en el ejercicio de una profesión de las llamadas “liberales” ni como empresario, científico, literato,etc. Entre los abogados que llegaron a presidir la República luego de la restauración de la democracia– Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner y Alberto Fernández- sólo De la Rúa registra una actividad docente de cierta importancia en el área del Derecho Procesal, habiendo publicado obras bien consideradas en relación a su especialidad jurídica tales como “El recurso de casación” y “Teoría general del proceso”. Sin embargo, ello no impidió que su presidencia haya pasado a la historia como una de las menos apreciadas por la opinión pública: el símbolo que ha caracterizado su agitado mandato ha sido y es todavía el helicóptero. La ponderación de este ítem entre nuestros encuestados es superior a los dos precedentes.

4) Pertenencia y militancia en un partido político.

En tiempos de la democracia centrada en el funcionamiento de los partidos políticos diferenciados según programas derivados de concepciones ideológicas más o menos explícitas, la identificación de los candidatos con uno u otro de los partidos participantes en los procesos electorales era un factor decisivo a la hora de la emisión del voto por los ciudadanos no afiliados a ninguno de dichos partidos. El votante se ahorraba el trabajo de indagar sobre las calidades de los candidatos: solía bastarle saber si era peronista, radical o conservador para elegir por quién sufragar.

Cuando las democracias clásicas fueron desplazadas por las posicionales en las que la ideología sólo perduró como una cobertura del oportunismo electoral, una de las modificaciones más importantes que se constata en el espacio político de los Estados nacionales, es la progresiva sustitución de los gobiernos de partido por los provenientes de coaliciones electorales en las que la identidad partidaria se ha ido diluyendo hasta extremos inconcebibles en tiempos de la Guerra Fría entre el bloque comunista y el Occidente capitalista. En la Argentina este proceso se ha verificado hasta culminar con la situación actual en la que dos coaliciones – el Frente de Todos y Juntos por el Cambio – protagonizan el conflicto político y se reparten los roles gubernamentales y de oposición en forma prácticamente excluyente de “terceras fuerzas” no incluidas en esos dos aparatos de captación de votos cuyos perfiles identitarios son, por lo menos, confusos. Parece claro que a la hora de acumular apoyos electorales, los líderes de las coaliciones enfrentadas no vacilan en incorporar a las huestes de campaña a personajes que difícilmente, si son elegidos, poseerán la coherencia necesaria para conformar gobiernos eficientes.

No obstante la ponderación de este ítem ha sido suficientemente alta lo cual revela que en las opiniones de los encuestados la “marca de origen” de los candidatos resulta significativa.

5. El discurso de los candidatos y las propuestas para conquistar el voto ciudadano.

En primer lugar se debe tener en cuenta que los votos emitidos por los ciudadanos pertenecen a diversas motivaciones y que no siempre expresan una adhesión deliberada a tales o cuales candidatos. En efecto; la literatura política, aun la menos destacada, ha puesto en circulación masiva unas cuantas categorías de votos que poco tienen que ver con una preferencia basada en el conocimiento cierto de la personalidad del candidato, con su discurso de campaña o con las propuestas programáticas presentadas a la ciudadanía en el curso de los procesos electorales. Entre estas categorías de sufragio se encuentran:

1) El voto útil.

2) El voto castigo.

3) El voto cautivo.

4) El voto cuota.

A los que hay que agregar las corruptelas puestas de manifiesto en distintos momentos históricos tales como el voto cadena, el voto cantado y las candidaturas testimoniales.

Cada una de estas categorías merecería una explicación acerca de sus causas y sus efectos, algo que excedería el propósito de esta nota pero que nos comprometemos a tratar en un futuro no lejano.

En lo que hace al discurso de los candidatos, hemos comprobado que existe un marcado escepticismo acerca de su transparencia, es decir, de cumplir la función de revelar el pensamiento y las intenciones de quienes lo pronuncian con el fin de captar la voluntad del votante. Fue Carlos Menem quien, en un memorable reportaje, confesó que “si decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”. Cosa que tampoco es una verdad absoluta pues existen serias dudas sobre si la convertibilidad – el más destacado aporte del menemismo en materia económica y financiera – estaba prevista por el hombre de Anillaco antes de que Domingo Cavallo asumiera la conducción de la ímproba tarea de domesticar la inflación atando nuestra moneda al valor del dólar.

Ahora bien; los discursos de campaña y las promesas de hacer todo lo posible para eliminar los principales flagelos que castigan a la mayoría de los votantes – tales como la inflación, la pobreza, la inseguridad y la corrupción institucional – no gozan en la actualidad de una credibilidad amparada en la supuesta probidad del candidato. Si la irrupción de Milei en el escenario político argentino puede tener un efecto concreto es su feroz arremetida contra la casta a la que pertenece la mayor parte de los que aspiran a gobernar este país.

La limitada encuesta que estamos llevando a cabo, demuestra, hasta ahora, que se ha extendido en la ciudadanía un vigoroso escepticismo acerca del cumplimiento de los compromisos que dicen asumir los candidatos antes de convertirse en gobernantes. Evidentemente este descreimiento debería redundar en un aumento de las otras motivaciones que tienen en cuenta los ciudadanos cuando llega el momento de votar. Al respecto se han publicado dos trabajos que pretenden potenciar la influencia de las emociones y los sentimientos que afectan la voluntad de los votantes lo cual, como es lógico suponer, opera en detrimento de la racionalidad “ideológica” contenida en el acto de sufragar. (Nos referimos a los libros de Chantal Mouffe “El poder de los afectos en la política” y a “El cerebro político” de Luis Ignacio Brusco a los que nos referiremos en una próxima oportunidad)

Es necesario, además, tener en cuenta el vínculo existente entre los medios de comunicación de masas de mayor alcance mediático a la hora de publicitar e interpretar las propuestas electorales de los diferentes partidos y candidatos. La selectividad informativa – analizada por autores de tan diversas orientaciones políticas como Walter Lippmann, Anthony Smith, Ignacio Ramonet, J.T. Klapper, Elliot Aronson, Furio Colombo y Byung-Chul Han además del cuantioso aporte a esta cuestión incluido en “El poder de los medios en la política” (Doris A. Graber compiladora) – es algo digno de ser muy tenido en cuenta cuando de indagar en las motivaciones que determinan el voto de los ciudadanos se trata.

6) Antecedentes del candidato: su actuación anterior en alguna función pública.

Este ítem ha sido el mejor valorado en la encuesta que venimos haciendo. Esto, posiblemente, se deba a que el desempeño de una función gubernamental suele ser lo suficientemente cognoscible para el votante medio, sin tener que recurrir a fuentes de información que requieren un cierto esfuerzo y voluntad de saber como bien lo expresata Norberto Bobbio. Claro está que la opinión de los votantes respecto de los antecedentes públicos de los candidatos puede ser positiva o negativa. Pero en ambos casos existiría una base de conocimiento que limitaría el voto “a ciegas”.

En nuestro sistema democrático, la exposición de los políticos profesionales a la visión del pueblo es mucho mayor en los casos de los ministros – que son designados por el Presidente, sin intervención del Poderr Legislativo – que en lo que se refiere a diputados y senadores que rara vez producen actos que, individualmente, generen adhesiones o rechazos de los ciudadanos. Las decisiones legislativas que se convierten en leyes, siempre son consideradas como producto de una voluntad supra-individual que generalmente se mide en números absolutos o en porcientos.

En el proceso electoral que se está desarrollando en la Argentina, hay cuatro personajes que son considerados como eventuales candidatos a ser electos como titulares del Poder Ejecutivo. Ellos son Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich, Sergio Massa y Javier Milei. Resultaría interesante a nuestro entender, recordar la actuación pública anterior de cada uno de ellos porque el conocimiento de estos antecedentes permitirían una aproximación bastante segura al voto-verdad. Nos comprometemos a analizar estos antecedentes para el caso de que subsistan sus aspiraciones a gobernar la Argentina antes de la realización de las PASO.


Conclusiones.

Lo que entendemos por voto-verdad, conforme lo expresado, es el emitido por los ciudadanos a partir del conocimiento de la personalidad, la actuación pública y privada y los discursos de campaña de los candidatos. Quien esté interesado en conocer algo más sobre esta categoría de sufragios, puede hacerlo leyendo lo que se publica en esta misma entrega bajo el título de “La única verdad es la realidad”.

A nuestro leal saber y entender, el sistema democrático que supimos conseguir, no satisface casi ninguno de los requisitos exigidos por la teoría de la democracia clásica y, tampoco, los cánones vigentes en las post-modernas democracias posicionales, tan abundantes en ocasionalismos y oportunismos que, se comprende, pueden llegar a sembrar confusiones en lo que hace a las motivaciones del votante.

Volveremos sobre estas cuestiones próximamente.


Carlos P. Mastrorilli.